25 de Mayo: una nueva versión de los hechos
25/05/2021. Análisis y Reflexiones > Análisis sobre Cultura
Después de doscientos once años, parecería el momento en que una nueva versión de la historia comience a analizarse
Después de doscientos once años, parecería el momento en que una nueva versión de la historia comience a analizarse. Sobre todo si se trata de la fundación de nuestra Nación como ente soberano, libre e independiente. En efecto, la historia oficial nos enseñó durante muchísimos años, que el origen de la Revolución de Mayo se gestó en Buenos Aires a continuación de las heroicas acciones de la Reconquista y Defensa de la metrópoli durante las Invasiones Inglesas, que era la capital del Virreinato, donde se instaló la Primera Junta. Oficialmente su nombre fue: Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII. Esa versión de la historia está indudablemente sesgada, porque falta que se escriban otras páginas y cuenten cuál fue el rol de Salta en esa gesta.
Desde que se instaló la Primera Junta- nombre como pasó popularmente a la historia- que depuso al último Virrey del Río de la Plata, el almirante don Baltasar Hidalgo de Cisneros, se esbozaron rápidamente dos sectores antagónicos, que posteriormente se irían manifestando en distintos episodios claves. Por una parte, una facción adhería al potosino Cornelio Judas Tadeo de Saavedra, o simplemente Cornelio Saavedra. Un militar conservador, jefe del Regimiento de Patricios y presidente de la Junta. Otra posición adhería a la dupla Mariano Moreno y Juan José Castelli. De posturas intransigentes y draconianas, ese sector quería desde el principio la independencia, pero también la primacía de Buenos Aires sobre el resto de las Provincias. Moreno se había educado en Chuquisaca. La ciudad de los cuatros nombres actuales: Chuquisaca, Charcas, La Plata o Sucre. Su Universidad fue un faro intelectual en Sudamérica, donde se graduaron varios de sus próceres libertarios entre ellos Mariano Moreno, donde también conoció a su esposa María Guadalupe Cuenca. Allí exponía sus ideas iluministas el célebre procurador Victorián de Villava, que influyó en el pensamiento moreniano. Pese a que murió en 1802, su influjo fue notable en la formación intelectual del prócer argentino.
Y fue en el viejo Alto Perú, actual Estado Plurinacional de Bolivia, donde se produjeron dos de los focos que socavaron las bases del imperio colonial español. Los pronunciamientos de Chuquisaca y La Paz, ocurrieron el 25 de mayo de 1809, exactamente un año antes que en Buenos Aires. Y en apego a la verdad histórica, fueron los primeros gritos libertarios de Sudamérica. Resulta imposible comprender algunos sucesos si no nos imaginamos que el territorio en el que se pretendía difundir la Revolución de Mayo se extendía desde el cabo de Hornos, por el sur, hasta las márgenes del río Desaguadero, por el norte. Ese río, es el límite internacional actual entre Bolivia y Perú. Ello explica también, porqué seis años más tarde, en el Congreso de Tucumán que declaró la independencia, había diputados por Chichas, Charcas y Mizque; La Paz, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra no pudieron enviarlos porque los españoles habían retomado esas ciudades.
La impronta chuquisaqueña no es citada al azar. Al contrario. Ello explica que Salta, por ejemplo, haya sido la primera capital del interior del antiguo Virreinato que adhiriese desde el primer momento al Grito de Mayo. Al punto de que el último gobernador realista don Nicolás Severo Isasi de Isasmendi, mandase a detener a los cabildantes que adhirieron a la Revolución cuando se enteraron que se había producido: el 17 de junio de 1810. Ese episodio comenzó a desencadenarse con el Cabildo Abierto convocado para el 18. El gobernador realista quería enviar diputados que se opusieran al derrocamiento del Virrey. No obstante que había adherido a la Revolución, pero pretendía que no se resignase el dominio español. Los patriotas, por su parte, fundaron la Guardia Urbana como regimiento local revolucionario. Esos patriotas salteños se animaron a ser soñadores de utopías de un tiempo incierto. Máxime, cuando habían llegado noticias, ahora desde el norte, que anunciaban la próxima invasión del general español Vicente Nieto, para sofocar el levantamiento. Mientras pasaban los días deliberando los cabildantes sin ponerse de acuerdo, el 25 de junio detonó el conflicto, porque Isasmendi ordenó detener a los patriotas, quienes en una acción cinematográfica se descolgaron por una cuerda que daba a un pasaje sin salida ubicado tras del edificio del Cabildo, donde también funcionaba el presidio, permitiendo que Gauna partiese raudamente hacia Buenos Aires. Paralelamente a todo eso, se realizó el “Donativo de la Patria”, donde la ciudadanía salteña depositó sus bienes para la futura expedición libertadora del Ejército Auxiliar del Perú. Y con la adhesión de Salta a la causa revolucionaria, inmediatamente hicieron lo propio: Jujuy, Orán y Tarija. Finalmente, el 29 de agosto de 1810, los cabildantes salteños eligieron a Francisco de Gurruchaga como su representante, el mismo que posteriormente fuese el fundador de la Armada Nacional. Y Jujuy, al canónigo Juan Ignacio Gorriti, quien luego bendijera por primera vez a la bandera nacional.
Una fecha paradójica, la del 17 de junio. En 1810: Salta conoció la libertad. Once años más tarde se produciría el deceso de su máximo líder. Sin la adhesión de Salta, la icónica Batalla de Suipacha no hubiera sido posible. Es decir el primer triunfo de la Revolución de Mayo, no se hubiese producido. En ese combate las acciones de Martín Miguel de Güemes y su primer escuadrón gaucho, más los cañones aportados por Calixto Gauna, fueron decisivos para que se alcance la victoria. Antes de Suipacha, que ocurrió el 7 de noviembre de 1810, Güemes había formado la Partida de Observación o Escuadrón de Salteños, en septiembre de 1810. Tenía solamente 25 años. Esta reseña muestra el compromiso salteño con la formación de la Nación, desde el primer instante.
Nunca se comprendió bien desde Buenos Aires, la idiosincrasia del interior, porque a la repuesta inmediata a la noble actitud salteña, con el legendario galope de Calixto Gauna, llevando la adhesión a la Primera Junta montando a caballo en sólo ocho días, le correspondió la designación del porteño Feliciano Antonio Chiclana como primer gobernador patrio. Bernardo Frías describe a Chiclana como un hombre de carácter terrible, cruel y terrorista. En lo esencial, los salteños no querían otro gobernador extraño. Debieron pasar veintiún mandatarios, para que un 6 de mayo de 1815, Martín Güemes fuese el primero en ser elegido plebiscitariamente por su propio pueblo. Una nueva forma de analizar la historia y sus protagonistas nos interpela. Y seguramente cuando ella se escriba: Salta ocupará el lugar preponderante que históricamente se merece por la abnegación y sacrificio con que su pueblo se entregó a la causa de Mayo.
Por Abel Cornejo
Fuente de la Información: Voces Críticas