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25/10/2023. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
En un nuevo episodio revestido de tanta espectacularidad, como anteriormente fue el resultado de las PASO, esta vez la sorpresa fue a la inversa; el candidato-ministro Sergio Massa se alzó con un triunfo contundente en primera vuelta, que no lo deposita
Otra vez, nadie vio venir esa posibilidad, pues el candidato oficialista aspiraba a entrar en el balotage. Sin embargo, se alzó con el triunfo. Y se hace referencia al candidato - ministro no en forma despectiva, sino que se da la particularidad, de que si Massa hubiese renunciado al Ministerio de Economía de la Nación, la crisis lejos de atenuarse, se hubiese agudizado, tal vez a niveles insospechados. No es un augurio ni una conjetura, son los datos que los mercados fueron marcando ¿Se puede ser candidato y ministro a la vez? La teoría política diría categóricamente que no, pero en un país con ciertas tendencias extravagantes como el nuestro, quedó demostrado que sí. Claramente.
Tal vez como nunca antes ocurrió en los cuarenta años que transcurrieron desde el retorno de la democracia argentina, se debatieron con tanto énfasis dos modelos de país. Una Argentina en crisis, donde es necesario que mejore sensiblemente la administración del Estado y por consiguiente del sector público, confrontó con otro modelo que promete arrasar no sólo con gran parte de instituciones señeras del Estado, como el Banco Central y por ende la moneda y sustituirla por el dólar norteamericano, sino también con algunos valores muy arraigados en el pueblo argentino. Desde la vinculación en la fe con el papa Francisco, estigmatizado por los libertarios al punto que el definido prócer liberal, Alberto Benegas Lynch, pidió que se suspendiesen las relaciones con el Vaticano mientras lo dirija el pontífice argentino; a la portación de armas y ventas de órganos, cuando no de niños. Asimismo, ante la admiración del candidato libertario a Margaret Tatcher, se desplomó cualquier interés de ese espacio por recuperar las Islas Malvinas, en la cual reposan nuestros solados abatidos en la Guerra de 1982; las que además, tienen a su alrededor una de las fuentes económicas más importantes del mundo, como es la riqueza ictícola que nuestro país no puede aprovechar a causa del bloqueo del cual es objeto. Es decir, no es sólo la variante económica, sino que el debate se profundizó hacia lo axiológico, es decir hacia los valores fundantes de la nacionalidad.
Tanto que el posible liquidador del Banco Central, Emilio Ocampo, le negó al libertador José de San Martín ser el Padre de la Patria, adjetivo con el cual lo encumbró a ese podio, la mayoría del pueblo argentino. Derrumbar la argentinidad, nunca puede ser una solución a nuestros problemas.
Sin embargo, no todo es blanco o negro, ni se puede tener una visión maniquea de lo acontecido. El 13 de agosto la gente votó con bronca, y ese estado de ánimo es indicar, de que una vez y para siempre, deben construirse límites a los que no se debe superar ni derribar. Límites éticos que son los que ayudan a la convivencia ciudadana y a que una sociedad progrese en armonía y con respeto.
El 22 de octubre votó con miedo: temor a caer en un abismo o una espiral laberíntica. Tanto la bronca como el miedo son llamados de atención, reveladores a su vez, de la madurez de un pueblo, que desde hace tiempo viene buscando a toda costa la moderación, que todo concluya en el centro, en el punto medio, en la razón del equilibrio. Constituir la Unión Nacional es el primer objetivo que marca el Preámbulo de la Constitución Nacional Argentina. La Unión Nacional se construye dialogando. No es una utopía, ni su opuesto, una distopía, es un mandato indispensable para el desarrollo armónico de los pueblos. La Argentina está saturada de agravios y descalificaciones, de apologías y rechazos, al decir de Borges. No es que de pronto la amistad social pueda instalarse para siempre, pero hay que hacer denodados esfuerzos para que pueda ser algo realizable.
El diálogo en el disenso para buscar políticas públicas de consenso La inclusión siempre por sobre la exclusión. No son aspiraciones de deseo o simplemente buenos augurios, de crisis como las actuales se sale en base a renunciamientos y con actos de grandeza. En escuchar lo que propongan quienes piensan diferente y en el diseño de políticas de estado que se sostengan y sustenten en el tiempo. Echar al Estado por la borda, jamás puede ser una solución en un país que alcanzó los índices de pobreza como los actuales, sino en todo caso gestionar bien la emergencia. En no utilizar la pobreza como un pretexto, sino concientizarnos de que es un escándalo moral.
La Argentina está condenada al éxito y a poder emerger airosa. No obstante ello, es que entre todos debemos hacer ingentes esfuerzos para que los ciclos periódicos decenales o de cada veinte años que socavan las estructuras sociales hasta ponerlas al punto de la frustración y el colapso no se repitan. Esas crisis son indicativas de algunas cuestiones claves que no pueden volver a reiterarse, nunca más. La inflación por ejemplo, comienza tímidamente y al cabo de un tiempo se vuelve un monstruo devorador que todo lo arrasa, principalmente es el impuesto al salario de los argentinos. En consecuencia, hay que atacarla de raíz, desde el inicio. No hay crecimiento económico posible con inflación y debemos tomar plena conciencia de ello. Entonces cuando algunos falsos profetas dicen que algunos puntos inflacionarios no son significativos, lo que están ocultando es que esos índices nos están llevando a un precipicio. Ya vivimos la experiencia de 2001, entonces salimos a instancias de Diálogo Argentino. Ahora saldremos con un proyecto de país, con una visión de Estado eficiente y fundamentalmente apostando a la producción y a la iniciativa privada, motores fundamentales del crecimiento económico, que le devolverán al país el impulso necesario, para que una vez más, pueda tornarse competitivo. A ello se le deberá sumar, como se viene postulando desde hace tiempo, la imperiosa necesidad de crear regiones económicas, que en nuestro país surgen por añadidura, sin necesidad de pensarlas mucho, porque están geográficamente definidas, más una profunda reforma fiscal y la atenuación y contención del gasto público. Este último aspecto es esencial, no porque tras esa idea se propicie la maldad, sino que si el Estado no tiene recursos, no puede gastar más de lo que tiene. Para hacerlo, necesita producir y tener superávit fiscal, de eso se trata.
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Fuente de la Información: Hola Salta