Al Dr. Fernando Carmelo Marinaro
25/10/2012. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
Reconocimiento a un luchador, ejemplo de vida y entrega.
Con la muerte del Dr. Fernando Carmelo Marinaro, la justicia de Salta, y porque no decirlo de la Argentina queda huérfana de un juez probo, ejemplar y valiente. Con el se va, un estilo de hacer la justicia posible y asequible, se va un hombre digno de estampa señorial, un caballero en el cabal sentido del término y un hacedor inabarcable de sentencias ajustadas a derecho.-
Deja abierta una senda indeleble para todos aquellos que debemos seguir afrontando, en la mayoría de las veces, sinsabores y acedías ante el cumplimiento del deber; afrentas ante el apego a la verdad y calumnias ante la necesidad de impartir justicia. El juez Marinaro resumía en su bonhomía el sentido del deber llevado a límites paroxísticos, hasta su último aliento, hasta su último rasgo vital: amó a la justicia con la pasión propia que los gladiadores enfrentaban a sus adversarios en la antigua Roma; pero tenía también esa sabiduría ciceroniana que, en su elocuencia y su prestancia, hacía del respeto a los demás un culto férreo e inconmovible.-
Siempre fue fiel a la firmeza de sus convicciones, y no supo trepidar ante los obstáculos de la vida, en su voz ronca y hablar pausado irradiaba esa bondad propia de las almas nobles, de las que no conocen dobleces ni sucumben ante la vileza oportunista de las presiones. No conocía de renuncias ni de falsías, y buscó con paciencia oriental que todos sus procederes estuviesen impregnados de ética republicana, de imparcialidad y de transparencia. Quiso para las futuras generaciones de jueces el compromiso, la abnegación y la entrega, pues él trabajaba alegremente con la convicción de su propia estima.-
Cuando murió el filósofo Benjamín Cardozo - relata Eduardo Couture - Harlan Fiske Stone escribió unas breves páginas transidas de emoción, para avivar el recuerdo del magistrado eminente y del más grande pensador que haya tenido la justicia americana. En ella afirmaba que en la vida de un juez existe una alquimia secreta que hace que el todo represente bastante más que la suma de las partes; que el juez, en su misión, debe ser al mismo tiempo historiador y profeta; y que no deja ser una forma particular de heroísmo la de que los jueces, como los soldados, suelen morir en la línea de batalla. Todos esos conceptos le caben al juez Marinaro. A mi querido amigo Bambi, que descanse en paz y que sepa que su lucha no fue ni será en vano.-
Desde la Escuela de la Magistratura del Poder Judicial de Salta nuestro más sentido pésame a sus familiares, y el homenaje imperecedero al juez, al amigo y al ciudadano ilustre que fue Fernando Carmelo Marinaro. Hasta siempre…