El lado B de la inteligencia artificial
19/04/2023. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
Tal vez una de las invenciones o consecuencias algorítmicas de las posmodernidad, sin duda alguna, sea la inteligencia artificial (IA). Un fenómeno que interpela no ya al trabajo, la producción o a la ciencia, sino a la propia naturaleza humana como ta
Por Abel Cornejo
Los tiempos posmodernos corren a una velocidad de cambio inusitada. Segundos de ahora, antes podían ser años y hasta siglos. Las combinaciones algorítmicas no se detienen, ni se detendrán. Y lo que hasta minutos era una novedad, cuando pasan, se vuelven viejos.
¿Hubo alguna predicción científica sobre este fenómeno? Ninguna. Es la primera vez en la historia de la humanidad que la naturaleza humana se ve superada (hoy parcialmente) por una fuerza superior al de su propio intelecto, al de su capacidad cognoscitiva e incluso a su posibilidad finita de razonamiento. Contrariamente, los algoritmos marchan más rápido que la velocidad de la luz y por su propia generación han empezado a superar no ya el entendimiento, sino la capacidad de transformar la realidad, sin la intervención de seres humanos. Lo que hasta hace poco parecía desopilante o un filme de George Lucas, supera las ficciones de Star Wars o Indiana Jones. Es la primera vez que la condición humana, materialmente hablando, se ve rebasada por una fuerza artificial, es decir no humana, que deja atrás toda la evolución del pensamiento natural para dar lugar a una suerte de pensamiento artificial, que es evidente no podrá ser debidamente controlado, en la medida de su desarrollo actual y posiblemente futuro.
Ya hacen 30 años que Fukuyama escribió el fin de la historia, al poco tiempo apareció otra obra que apuntaba al fin del trabajo; ahora esas predicciones parecerían juegos infantiles, porque si bien no se avizora inminente el fin de la civilización tal como la conocemos hasta hoy, es perfectamente factible que los ordenadores marchen hacia su propia independencia, no ya autonomía, y los humanos vayan secundarizándose ¿Hasta dónde puede llegar ese cambio? Esa pregunta hoy parece no tener respuesta. La propia filosofía no parece haber tenido un razonamiento especulativo organizado sobre esta cuestión. Dichos más sencillo, no se vio venir a esta nueva realidad, que ciertamente genera alarma. O lo que es peor, a la llamada deshumanización que se fue acentuando desde la Revolución Industrial hasta nuestros días, la inteligencia artificial, literalmente, le pasó el trapo. Superó con creces, todas las previsiones que pudieron haber tenido unos pocos sobre sus consecuencias.
Elon Musk, por dar un ejemplo, sostiene que inteligencia artificial tiene el potencial de destrucción de la civilización y propone que exista un control que al menos la detenga. El exitoso empresario propone que haya algún tipo de autoridad reguladora que supervise el desarrollo de la IA y se asegure que opere dentro del interés público. Hace pocos días se conoció que algorítimicamente se compuso una canción que, rápidamente, se convirtió un hit mundial. Ya no fueron Los Beatles ni Mick Jagger ni Coldplay. Esta vez fue una máquina. No hubo una musa inspiradora para un artista, sino que se prescindió de él. Más cerca, la Universidad Nacional de Salta acaba de sostener que, pese a que se continúe trabajando en el desarrollo de la IA, se deben evaluar cuáles son sus riesgos y consecuencias. Es decir que en el ámbito universitario, tal como está concebida actualmente la IA, se la ve como una amenaza. Este es el caso de las llamadas inteligencias artificiales generativas, como el C los ChatGPT3, las que crean ilustraciones e imágenes a partir de un texto; los que crean música y diseños. Institucionalmente tampoco el tema es menor, el político cordobés Rodrigo de Loredo rechazó el juicio político contra la Corte Suprema de la Nación. Esta última situación que aparece a primera vista como algo novedoso, sorprendente y hasta atractivo, trae aparejado serios cuestionamientos éticos, debido a que no se sabe cuáles son los parámetros éticos que posee la inteligencia artificial para concluir que determinadas conductas se ajustan o no a derecho. Ni cuáles son los valores en que se informan los algoritmos. No existe la ética algorítmica, ni cualquier circunstancia que genere un dilema podrá ser resuelta de una manera necesariamente satisfactoria en este sentido. Y ni hablar si se la aplica a sistemas electorales, como ya ocurrió en la elección de Donald Trump, en los comicios en los que triunfó como presidente de los Estados Unidos. Las respuestas de la IA pueden no responder a pautas morales que la sociedad aspira que se sostengan para su convivencia, y lo que es peor es que, con criterios de eficiencia se puedan arribar a prácticas autoritarias alejadas de los sistemas que defienden la libertad. Muchas veces la incertidumbre es peor que lo malo.
El filósofo surcoreano, Byung Chul Han, afirma que “la inteligencia artificial no piensa. No se le pone la piel de gallina” en la Sociedad del Cansancio, Byung pone el acento en la desmaterialización y como tal en nuevas formas de dependencia que terminan dominándonos absolutamente. Precisamente esa debe ser la razón del equilibrio por la sencilla razón de que nunca puede irse en contra de la modernidad ni mucho menos contra el progreso. Sencillamente porque los espíritus regresivos, se tornan refractarios y cerriles. Y también acierto que conforme se nutra de determinada información, la IA no contemplara a vastos sectores de la sociedad que están empobrecidos y excluidos, sin acceso a la tecnología y que sus cursos vitales de alguna manera están signados por encontrarse al margen. Diferente es si la IA se utiliza en plenitud para la generación de empleo, la inclusión y sobre todo la búsqueda de una mejor bienestar para la sociedad, que cada vez mira con más recelo el futuro ante la disminución del potencial de agua potable, alimento y desertificación, que sumados todos juntos, más el calentamiento global no permiten avizorar condiciones de vida más apropiadas para los seres humanos. En síntesis, la IA es un instrumento formidable de transformación hacia la eficiencia y la transformación, pero debe estar siempre puesto al servicio de la condición humana, porque ante todo, la humanidad es la justificación de la existencia del planeta.
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Fuente de la Información: Hola Salta