Güemes, un gobernante ejemplar
19/12/2021. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Un profundo sentido del honor, el respeto por la ley, la construcción institucional del país y el compromiso con los ciudadanos se ponen de manifiesto en la trayectoria de este patriota extraordinario.
La trayectoria de muchos hombres de nuestra historia ha permanecido en las sombras. Sus acciones fueron a veces vilipendiadas, malinterpretadas o ignoradas. Estos silencios son la resultante de antinomias, de luchas de bandos antagónicos, los que marginaron a personas y sus ideologías. La pluma avara y esquiva impuso el olvido y decretó el ostracismo en las páginas de los libros. Ejemplo de ello es Martín Miguel Juan de Mata Güemes, olvidado en su siglo.
Empero, la memoria de los pueblos se mantuvo fiel al líder que más contribuyó a la liberación del territorio salto jujeño - tarijeño, y cuya gesta se inscribe en un tiempo de encrucijada, en el que el proceso de emancipación produjo el desvanecimiento gradual de las estructuras tardo virreinales, para dar paso a la construcción de un nuevo orden.
Bernardo Frías y una pléyade de historiadores develaron y revalorizaron el rol de Güemes y su importante contribución en el proceso de emancipación. En Güemes se unen dos vertientes: su labor de estadista, en cuyo carácter fue un eficaz administrador en el desempeño del cargo de Gobernador Intendente de la Provincia de Salta. Mucho más conocida y sobresaliente es su labor como militar, en la que se entregó a la titánica labor de asumir la defensa del territorio, empresa magna y legendaria.
Responsabilidad ante el pueblo
En el ejercicio de sus funciones político-militares, Martín Güemes hubo que afrontar difíciles momentos ante la reiterada avanzada realista que le ocupó todo el tiempo en el que gobernó. En un Estado carente de recursos y con una economía de guerra, hubo de sostener una extensa campaña libertadora.
En la documentación confrontada, a través de diversos oficios, Güemes da cuenta de su sólida disposición a la causa libertadora y su compromiso irrestricto frente a la emancipación, pero también sobresalen los rasgos de su carácter, el perfil ético que imprimieron el sello en su gestión. Es firme su compromiso con la causa en un contexto americano, colaborando así con el plan continental del Libertador de los Andes. Subyace en el prócer la idea aristotélica expresada en la Política: “el que manda ha de poseer perfecta virtud ética, pero también el buen gobernante ha de ser honrado y sensato, siendo esta última, la única virtud propia del que manda”. Virtudes morales y sensatez, acompañaron a Martín Güemes en su trayectoria. Sabía y esperaba que sus acciones serían evaluadas no solo por sus superiores sino por la ciudadanía salteña. En un oficio al Director Supremo fechado el 11 de octubre de 1815, manifiesta que entre sus obligaciones está la de dar satisfacción de su conducta pública, no solamente a la suprema autoridad, sino a todos los habitantes. Expresa: “desde el instante en que, por la voluntad uniforme de este pueblo, se impuso sobre mis débiles fuerzas el grave peso de su gobierno se aumentaron mis obligaciones y entre ellas la de dar satisfacción de mi conducta púbica”. Así, Güemes se revela como un gobernante interesado por la opinión pública. Cabe considerar que, en un estado de derecho, un rasgo distintivo es el respeto que debe tener el gobernante por sus gobernados y la preocupación por la opinión de los vecinos, es un elemento esencial en toda gestión de gobierno.
La unidad y el servicio
Diversos documentos revelan su continua prédica del ejercicio de paciencia, perdón y espíritu conciliador para consolidar los objetivos políticos. Martín Güemes no consentía la lucha fratricida. En orden a este pensamiento, es que la invasión de José Rondeau en marzo de 1816, colocando a los vecinos de Salta en zozobra, abriendo fuego sobre la ciudad, sus habitantes y los soldados de la patria, cercenaban la idea grande de unidad americana.
En su cuerpo doctrinario surge el Güemes conciliador y dispuesto a restablecer los vínculos en pro de la Patria, un gobernante al que no lo anima el rencor ante la postura reticente, y siempre dispuesto a ofrecer su comprensión y buen consejo.
Y es que la causa por la emancipación se constituye como un bien específico del hombre, es la actualización ontológica de las facultades espirituales de la inteligencia y la voluntad. La Independencia se convierte en un concepto trascendente y virtuoso que sustenta la extensa campaña libertadora de Martín Güemes y de sus gauchos. Porque la lucha por la Independencia era un fin moral en si mismo. Martín Güemes contribuyó a formar un contenido ideológico que sirvió de ejemplo a su gauchaje y cuyo vértice más importante es el honor y el amor a la Patria. La grandeza del prócer deriva, precisamente en que su labor se ordena en función de la obtención del bien apetecido: la libertad. La naturaleza racional se ordena a este bien virtuoso, objeto específico del apetito espiritual que animó a la guerra gaucha.
En orden a la gestión de los intereses públicos, expresa la necesidad de apartar de la función pública a quienes no sean generosos de corazón. Esta idea se expresa en el oficio al Director en octubre de 1815, en el que manifiesta la necesidad de separar a “todo hombre interesado, ambicioso, soberbio, egoísta y desnaturalizado”. Su gestión se centró en la honestidad.
Otro vértice en la administración güemesiana se fundamenta en el respeto a la ley como elemento regulador en el naciente Estado. En la comprensión que una nación se rige por un sistema de leyes escritas e instituciones ordenados en torno a una Constitución, esta Carta Magna es el fundamento jurídico de las autoridades y funcionarios que se sujetan a su normativa.
Por consiguiente, se ha de interpretar que cualquier acción de gobierno debe estar subordinada a una norma jurídica escrita y las autoridades del Estado están limitadas estrictamente por un marco jurídico preestablecido que aceptan y al que se sujetan en sus formas y contenidos.
Es con este fundamento que Martín Güemes tenía puestas sus expectativas en la labor de los diputados, y cifraba en la convocatoria del Congreso, la posibilidad de solucionar las problemáticas de los territorios de las Provincias Unidas, y especialmente Salta, tan atenazada por las incursiones realistas que devastaron a su población.
También sostiene que, los pilares de la Patria en ciernes, estaban en sus leyes y en la probidad de sus hombres, de allí sus continuos pedidos de perentoria convocatoria al Congreso
De los documentos analizados, surge el Güemes respetuoso por el orden institucional y el respeto irrestricto a la ley como única forma posible de constituir una república donde el bienestar y la felicidad de la ciudadanía fueran los primeros objetivos.
En la concepción güemesiana, la sociedad política, en última instancia, se ha de constituir para servir a la persona humana considerada como tal. Cuando el Estado crea las condiciones de justicia y seguridad, está obrando de acuerdo a su fin, el bien común o felicidad, término reiteradamente expresado por Güemes.
Este es el cimiento en que se garantizan la paz y las condiciones necesarias para el desarrollo del cuerpo social. El fin del Estado es, por tanto el bien vivir y todo debe estar orientado a este fin. Con este supuesto abrevado en la filosofía de los clásicos griegos, se entiende, que la comunidad política tiene por objeto las buenas acciones y no solo la vida en común.
El honor del gobernante
Güemes, un hombre de excepcionales cualidades, traducía en sus gestos la nobleza de espíritu y hacía gala del honor. Esta cualidad, el honor, va unido al concepto de hidalguía, de la convicción profunda de los principios y valores que enaltecen al ser humano.
Sin honor, la vida civilizada no es posible y menos aún en quien se erige como cabeza de gobierno de la provincia. Honor y fidelidad a los principios, son la medida de la grandeza del héroe.
Desoyendo los cantos de sirenas, rechazó las ofertas espurias que buscaron desviarlo de su tarea emancipadora y destruir la épica de una campaña a escala continental. De allí, su negativa ante los sobornos de Marquiegui y Olañeta, simplemente porque sin honor la vida civilizada no es posible, y menos aún, en quien se erige en cabeza de gobierno de la provincia.
La mirada continental
Martín Güemes construyó no solo un proyecto bélico-político, sino un proceso espiritual en los tiempos épicos en la génesis de la novel nación. Toda la historia posterior conserva este sello de origen en la definición de sólidos principios morales que anidaban en una población bravía, que asumió el desafío de ofrendarlo todo en aras de conseguir el ideal de la libertad.
Martín Güemes representa la puesta en práctica de un humanismo centrado en una base ética y en una riqueza espiritual.
Esta concepción doctrinaria llevó a nuestro prócer a sacrificar su vida en honor del terruño, abandonando dinero, bienes y honores para ofrendarlo todo en aras del ideal supremo: la libertad.
Güemes y sus gauchos no lucharon para sí, ni para la región, sino para la América toda, de allí la universalidad de su accionar, porque el concepto de libertad es sublime y universal.
Güemes representa un patrón histórico que redunda en ejemplo para las generaciones posteriores. Se puede exigir sacrificios cuando éstos comienzan desde arriba, de la cabeza hacia abajo, como una piramidal responsabilidad patriótica y no como un holocausto de los más débiles y humildes.
Fortaleza, templanza, generosidad, magnanimidad para con los inferiores, ecuanimidad y sentido de justicia, configuran las virtudes que unidas al heroísmo perfeccionan moralmente la gesta por la emancipación americana.
Pero también es de destacar que todo este bagaje ideológico no quedó en teoría: sino que toda la vida del prócer gaucho fue una ética, una moral en acción.
Güemes representa un patrón histórico, un ejemplo para las futuras generaciones.
El contenido ideológico güemesiano no debería quedar petrificado y oculto en la bibliografía y en los documentos.
Hoy, la realidad de nuestro tiempo contemporáneo, en la cultura líquida, sumida en intrincados interrogantes, nos interpela a recuperar su perfil ético, insumo necesario en la reconstrucción de la Patria y en la dignificación de sus habitantes.
Fuente de la Información: El Tribuno