La invasión de los sarracenos
24/07/2021. Análisis y Reflexiones > Análisis sobre Cultura
Hay ciertas historias que conviene comenzarlas por el final.
Era un 10 de julio de 1817 cuando las exhaustas y derrotadas fuerzas españolas al mando del mariscal José de la Serna llegaron a la localidad altoperuana de Tupiza (hoy Bolivia).
El mariscal, oriundo de Jerez de la Frontera, altivo y soberbio soldado que había sido designado directamente por Fernando VII, ostentaba suntuosas condecoraciones, luego de haber luchado valientemente en el segundo sitio de Zaragoza contra las tropas de Napoleón Bonaparte. Henchido de gloria por haber soportado ese sitio brutal, fue uno de los artífices de la guerra de la independencia española en el sur.
Su misión era recuperar Buenos Aires y a su paso hacer que todas las Provincias Unidas volviesen a bajar la cerviz ante su monarca. Para los españoles, en ese entonces no se libraba una lid por la emancipación, sino que se trataba de un conato civil que podía ser reducido con voluntad, de una vez y para siempre.
El mariscal De la Serna estaba convencido de que su antecesor, el virrey Joaquín de la Pezuela, no había estado a la altura de las circunstancias cuando debió enfrentarse a los gauchos de Güemes, en la Segunda Invasión, denominada "De los Cuicos", nombre con que antaño se denominaba a los foráneos a un lugar.
Y cuando se embarcó en Cádiz en la fragata "Venganza" subió con un contingente de cuatro mil soldados veteranos en las guerras napoleónicas, es decir los mejores combatientes de Occidente por aquellos tiempos.
Luego de más de cuatro meses de navegación, en los que estuvo a punto de naufragar, desembarcó en el puerto de Arica, el 7 de septiembre de 1816. No acudió a Lima a presentarle los saludos de práctica al virrey Pezuela, motivo por el cual se inició una proverbial enemistad, que culminó con el motín de Aznapuquio, en el cual De la Serna derrocó a Pezuela. El jefe invasor se dirigió directamente hacia el Alto Perú, desde donde comenzó a gestar y pergeñar la nueva incursión sobre Salta.
Así fue que la Nochebuena de 1816 no les dio respiro a los abnegados habitantes de la Quebrada de Humahuaca, quienes durante todos esos años habían debido soportar estoicamente las idas y venidas de patriotas y enemigos con igual intensidad. La primera avanzada realista al mando del coronel Antonio Seoane ocupó el pueblo el 27 de diciembre y tres destacamentos más invadieron el Valle de San Andrés, previamente trastornar las alturas del Abra del Zenta, que divide la quebrada con ese lugar situado al noroeste de Orán.
El 4 de enero el Ejército Real ocupó la posta de Hornillos y el mariscal De la Serna hizo su primera posta en el pueblo de Humahuaca el 14 de enero. Otro contingente español se dirigió a Tarija, donde encontró una enconada resistencia de Eustaquio "El Moto" Méndez. Cabe resaltar que el panorama no era alentador para los gauchos, pues el Alto Perú, con la honrosa excepción del heroico sacerdote Ildefonso de las Muñecas, había sido reconquistado en prácticamente su totalidad por los españoles. De la expedición española participaban dos jóvenes españoles de futuro promisorio: Baldomero Espartero, que años más tarde sería regente del Reino, y Andrés García Camba, años después capitán general de Filipinas, y Jerónimo Valdés, probablemente el táctico español más inteligente de los que invadieron Salta.
El frente de combate, por cierto, se presentaba sumamente complicado ante la talla de los adversarios. El 6 de enero las fuerzas españolas tomaron Jujuy, donde Güemes había infiltrado un fraile para que desde la torre de San Francisco alertara a sus huestes. El jefe español Guillermo Marquiegui fue comisionado por el brigadier Pedro Antonio Olañeta para que tomara Orán, pero fue resistido heroicamente por el comandante Manuel Eduardo Arias.
Los gauchos de Guemes atacaron a los españoles en San Pedro, en río Las Piedras y en Ledesma y San Lorenzo, todos ellos pueblos jujeños, causándoles estragos en sus filas. Posteriormente Arias volvió sobre sus pasos y tomó a la retaguardia realista por sorpresa en Humahuaca, en un célebre combate.
El Pachi Gorriti, Apolinario Saravia, los comandantes Juan Antonio Rojas y Bartolomé de la Corte y el capitán Jorge Torino desplegaron cientos de escarceos guerrilleros con las consecuentes desbandadas españoles, que no obstante, por número y armamento, continuaban su avance hacia Salta.
En uno de los ataques guerrilleros apresaron al sobrino y ahijado del mariscal De la Serna, el capitán Agustín Martínez. Güemes ordenó que se le diera un trato respetuoso y considerado.
A la una de la tarde del 15 de abril de 1817 sitiaron la ciudad de Salta, por tercera vez. Días más tarde, el 20 de abril, los españoles celebraron con un baile la toma de la capital y fue entonces que parte del grupo de mujeres patriotas que informaban a Güemes le avisaron que los realistas no seguirían por el Camino Real hacia Tucumán, sino que darían un rodeo por el pueblo de San Carlos, donde un regimiento al mando de Fernando de Aramburú los reforzaría.
Entonces ocurrieron dos episodios. Primero, el hostigamiento brutal e intermitente de las guerrillas gauchas desde la ciudad hasta la Quebrada de Escoipe que quebró la moral de las fuerzas españolas, más la guerra de recursos.
El segundo, el cuñado de Güemes, Román Tejada, ferviente partidario del rey de España, se ofreció a llevarle una oferta al caudillo, que consistía en una abultada suma de dinero, el título de marqués de España y que sus hijos se educaran en el Colegio de Nobles de Madrid. Fue tal magnitud de la ira y los epítetos lanzados por Güemes que José Ignacio Gorriti debió intervenir para calmarlo.
Luego de la sucesión de combates librados en El Bañado, Escoipe, La Viña, Pucará y Las Costas, los españoles volvieron despavoridos a guarecerse en la ciudad sitiada y vaciada por la guerra de recursos. De la Serna, pese a su orgullo y altanería, decidió partir raudamente el 5 de mayo.
A partir de allí serían hostigados en Angostura por el Pachi Gorriti y en todo el trayecto subiendo la Quebrada de Humahuaca por Bartolomé de la Corte, Manuel Eduardo Arias, Juan Antonio Rojas, Apolinario Saravia y el propio Güemes. Hasta que el gauchaje exangüe decidió dar por terminada la persecución, porque su caballería se había agotado.
Habían transcurrido cinco meses de asedio, lucha y un coraje tal que De la Serna debió haber recordado los consejos que el virrey Pezuela, a quien había desairado públicamente, le escribió en una extensa misiva, en la cual sostenía que: "Maguer (aunque) sido advertido de su avería, el caudillo Güemes es un peñón más firme que cualquier abismo de los Pirineos".
Así se fueron de Salta, los vencedores de Napoleón
Fuente de la Información: El Tribuno