La Renuncia de Fayt
16/09/2015. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
El juez de la Corte, Abel Cornejo, se refiere a la renuncia de Carlos Fayt a la Corte Suprema y a la periodicidad de los mandatos de los jueces de la Corte.
El 15 de septiembre no es un día común para los salteños. Tal vez por ello, aún desde su agnosticismo pero con inalterable respeto por todos los cultos, el único salteño que había accedido a la Corte Suprema presentó su renuncia. Como si hubiese esperado la ocasión. Se fue un hombre íntegro, ético, de principios sólidos y de una enorme firmeza en sus convicciones. Un juez sabio y austero. Un ejemplo de hombre público. En lo personal es un magistrado al que admiré siempre y tuve un trato afable y afectuoso.
Una sola discrepancia tengo con el Dr. Carlos Santiago Fayt, e incluso pude conversarla personalmente: nunca estuve de acuerdo que un juez de su estatura moral hiciese un juicio para permanecer en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, aún cuando, justo es reconocerlo, tuvo una enorme hidalguía para resistir embates en más de una oportunidad, porque Fayt es un hombre de coraje. Fayt nació en 1918, y cuando se reformó la Constitución en 1994 tenía setenta y seis años, es decir uno más del límite que fija el artículo 99 inciso 4 párrafo tercero de nuestra Ley Fundamental de la Nación, que es de setenta y cinco.
La propia Constitución otorga la posibilidad, al presidente de la Nación que es quien tiene la facultad constitucional de proponer a los jueces de todas las instancias, de renovar cada cinco años el vencimiento del mandato, cuando el juez hubiese cumplido setenta y cinco. En Salta, quien escribe estas líneas, se pronunció en soledad acatando el mandato constitucional de la Nación y la Provincia, en el caso “Amerisse” (Tomo 163:05). La oportunidad histórica que se presenta en la designación por parte del nuevo presidente que surja electo de los próximos comicios será clave que la aproveche en pos de afianzar la justicia y la institucionalidad. Debe reflexionarse que en la actualidad la Corte Suprema queda solamente con tres miembros, una versión escuálida si se piensa que es el Máximo Tribunal del país para garantizar las garantías y derechos de las personas.
También es una oportunidad impostergable para reflexionar sobre la duración de los mandatos de los jueces, que sin duda alguna debe tener estabilidad plena, pero de ninguna manera eternizarse en sus puestos, porque esto también atenta contra el espíritu institucional de la República.