La solidaridad como valor esencial
22/11/2011. Análisis y Reflexiones > Otros Análisis
En un mundo donde el avance exponencial en las comunicaciones, la tecnología de punta, el desarrollo del transporte, entre otros factores, han hecho desparecer límites y fronteras, y han formado lo que se denomina la "aldea global" se produce el curioso
En un mundo donde el avance exponencial en las comunicaciones, la tecnología de punta, el desarrollo del transporte, entre otros factores, han hecho desparecer límites y fronteras, y han formado lo que se denomina la “aldea global” se produce el curioso fenómeno de que el olvido es toda la memoria que nos queda, y así, de pronto, la historia y sus lecciones no son prioritarias, sino que lo efímero, lo evanescente, o lo inmediato rigen la vida cotidiana. Junto con ello, no hubo un replanteo axiológico, sobre qué valores preferimos, conservamos, o sostenemos, sino simplemente se van trocando, o se van perdiendo algunas estimaciones éticas consideradas tradicionales, por una suerte de la cultura del vacío.-
Paradójicamente, debe señalarse que los avances tecnológicos, científicos y comunicacionales no son en absoluto, incompatibles con estándares de ética colectiva, sino que, por el contrario deberían ser determinadas pautas axiológicas las que gobiernen el sentido del desarrollo de los pueblos, porque lo que sí se encuentra en pugna, y hasta ahora en forma irreversible es el individualismo descarnado, propio del capitalismo consumista y especulativo, con la noción más elemental de solidaridad, de desarrollo productivo e integrado, e inclusivo, porque si la humanidad no es capaz de comprender que la pobreza y la marginalidad son una vergüenza a la condición humana, la humanidad se perderá. Así vemos como el azote del hambre, la falta de oportunidades, la discriminación y el atraso, muchas veces son utilizados como pretexto y no como un escarnio que debe desterrarse.-
La solidaridad no es algo caído en desuso, es la comprobación creciente de que a un ser humano le importa otro semejante, en cuanto tal, es decir en su naturaleza, en su destino y en su posibilidad de complementación. José Saramago nos advierte magistralmente en La Caverna, como un humilde alfarero portugués se vio arrasado por un imperio comercial que lejos de incluirlo, lo obligó a aislarse y desprenderse de su condición humana; muchas son las voces que se escuchan, pocas las voluntades son las que realmente quieren un cambio estructural de inclusión.-
Dos noticias del último lustro me impactaron profundamente por la voracidad del individualismo despectivo. En Alemania, un hombre fue hallado muerto sentado luego de cuatro días en plena zona residencial de una de sus ciudades más prósperas, con el televisor encendido, es decir que sólo la putrefacción incómoda, fue la que permitió que los vecinos fueran avisados que ese hombre había dejado de existir; otra información mostraba una fotografía de unos bañistas en la zona balnearia de Nápoles en Italia, disfrutando un día de playa al sol, mojándose y riendo al lado de dos cadáveres de dos inmigrantes tunecinos que yacían en la arena. ¿Es ese el mundo que queremos? Tal vez la solidaridad nos reclame que algún día debería volver y que aún en el mundo denominado desarrollado, el individualismo va aniquilando la condición humana...
Fuente de la Información: Abel Cornejo