Los desafíos de la modernidad
10/08/2015. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
Luego de la jornada electoral nacional, Abel Cornejo destaca a Salta como precursora en la implementación de la boleta electrónica y la necesidad que el país se encamine hacia un sistema similar.
La jornada de ayer, como toda fiesta democrática, permitió que el pueblo se exprese en las urnas. Sin duda, la participación y la emisión del sufragio popular son las bases indispensables de la soberanía y la libertad del pensamiento. También, en el día de los comicios pudimos ver otras cosas y escuchar airadamente algunas voces que, como surgidas del período cámbrico, se despacharon hacia el mantenimiento de las cosas inalterables. Hacia la nefanda frase “siempre se hizo así”. “Me siento seguro con el voto papel” y otras tantas sandeces impropias para quienes deberían apostar a la modernidad, al futuro y al progreso de todos los argentinos. También se pudo leer, siempre en clave arcaica, que desde la justicia electoral federal no se avizora ningún cambio sobre el voto papel hacia la boleta emitida electrónicamente. Lo cual tampoco sorprende, porque es precisamente desde Salta donde mancomunadamente, y sin egoísmos ni prejuicios, se debió haber dado un apoyo monolítico al cambio. Tal vez sea mucho pedir.
La justicia electoral de la provincia de Salta, por el contrario, fue la precursora de la implementación gradual del sistema de votación electrónica. Se ajustaron las leyes a su eficacia, y la ciudadanía confió plenamente en su instauración. Los que no confiaron fueron, aisladamente, quienes obtuvieron un magro resultado electoral, poniendo en duda la transparencia del sistema electoral, actitud que por cierto, no se condice con una verdadera vocación democrática. Ni en las elecciones primarias de Salta ni en las generales, hubo irregularidad alguna. Fueron uno de los comicios con menos impugnaciones desde el retorno a la democracia en 1983.
Conjuntamente, el pueblo salteño votó sin demoras, los pocos detalles que hubo que ajustar se solucionaron en el acto, y poco antes de las nueves de la noche, la totalidad de los votos emitidos dieron los guarismos indispensables para que la gente se fuese a dormir en paz, conociendo el resultado final de la elección.
Llama la atención que a los pocos días, los agoreros que se sienten tan seguros con la boleta de papel, no hayan reparado lo ocurrido en las elecciones de Santa Fe. Pero más llamativo aún es que, en las elecciones primarias y generales para elegir jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el mismo sistema electrónico no solamente dejó plenamente satisfecho al electorado, sino que acalló todas las críticas. Hasta el candidato Martín Lousteau, en principio detractor de la boleta electrónica, debido admitir su utilidad y efectividad.
En Buenos Aires, a diferencia de Córdoba que era su contrapunto, todos supieron antes de las nueve de la noche el resultado de la elección. Los cambios generan dudas, pero cuando se prueba su necesidad resultan irrefutables. A lo mejor los salteños deberíamos ser menos tímidos y enorgullecernos que nuestra apuesta democrática por el voto electrónico es el futuro inexorable.