¿Negar a San Martín?
05/10/2023. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
En diferentes portales informativos, hace unos días se publicó que quien sería designado presidente del Banco Central de la República Argentina, en caso de que triunfara la Libertad Avanza, Dr. Emilio Ocampo, ex modelo por un día de la Revista Vogue,
Según dice, culpa de ese libro habría un error histórico sobre el legado sanmartiniano y en consecuencia no merecería esa calificación. El crítico del Libertador olvida, que otro gran autor argentino como Ricardo Rojas, escribió El Santo de la Espada, en base al cual se realizó el filme protagonizado por Evangelina Salazar y Alfredo Alcón, en 1970, dirigido por Leopoldo Torre Nilsson. Como todos los personajes que han trascendido las fronteras, la vida de San Martín despierta una serie de curiosidades, mitos y leyendas. Sería de una necedad absoluta negar algo de su imponente empresa libertadora que abarcó lo que hoy son tres países sudamericanos independientes: Argentina, Chile y Perú. Como así también ese desafío monumental que fue el cruce de Los Andes.
Ni sus triunfos con rasgos de verdaderas proezas. Porque evidentemente sus logros y hazañas son irrefutables y reconocidos a nivel internacional, desde hace muchos años.
El libro que escribió Bartolomé Mitre es una obra excepcional, nadie puede negarlo. No sólo por su información y documentación histórica, sino por el rigor con que afrontó ese desafío. Sería bueno saber, cuántas personas lo leyeron, pese a que fue reeditado por Editorial El Ateneo en 2010. El ex presidente lo había escrito en 1887. Lo mismo ocurre con el Santo de la Espada, editado por primera vez en 1933 y luego reeditado por la Editorial Lozada desde 1945. Calculo que ambas obras inigualables no deben haber sido consultada por más de un 5% de los argentinos, y si ese porcentaje acaso no es generoso. De tal suerte que ni a Mitre, ni a Ricardo Rojas puede endilgárseles ser los autores de ese calificativo que honra a la nacionalidad, es decir que el general José de San Martín es el Padre de la Patria. En todo caso el autor del calificativo fue el propio pueblo argentino.
En 1950, gobernaba la argentina el general Juan Domingo Perón y entonces se lo declaró Año del Libertador por cumplirse el centenario de la muerte de San Martín y se llevaron a cabo una serie de actos conmemorativos. Ciertamente merecidos. En la eterna grieta argentina, no es algo que precisamente pueda criticársele a Perón, ni mucho menos. A su vez, Atilio Cornejo, publicó San Martín y Salta en 1951. Esa obra, tiene méritos aquilatados por la descripción pormenorizada que hace sobre la actuación de San Martín como jefe del Ejército Auxiliar del Perú con asiento en Tucumán y sus visitas a Salta. El 17 de agosto de este año, en un artículo recordatorio publicado por el diario La Nación se afirma que: San Martín es el “Padre de la Patria” no solo por sus grandes hazañas, sino por su discurso por el cual velaba por la libertad de todas las personas y enaltecía el orgullo por pertenecer al territorio latinoamericano. Su inteligencia, mente estratégica y perseverancia lo llevaron a liderar batallas militares que resultaron trascendentales para la lucha de la independencia en lo que actualmente son las naciones de Argentina, Chile y Perú.
Asimismo, su sentido de compañerismo y visión por una nación unida, sentó las bases de liderazgo y honor en el país. Su desinterés por adquirir poder de manera individual y su convicción por contribuir al prójimo lo convirtieron en un referente que vio nacer a la identidad argentina.
De esto surge que ningún historiador, ni ninguna ley, proclamó a San Martín como “El Padre de la Patria”, sino que el recuerdo y la opinión de un país a lo largo de los años, enaltece a quienes fueron los artífices de la construcción de la nacionalidad y de nuestra identidad como Nación. Ese calificativo no sólo le cabe merecidamente al heroico militar nacido en Yapeyú, sino que además, es revelador de otras cuestiones no menos importantes y que son buenas traerlas a colación. En efecto, más allá de sus logros militares y del impacto en la independencia de tres países que tuvo su accionar, la personalidad de José de San Martín es un ejemplo ético a seguir. Tanto por su austeridad, como su ética plasmada en las Máximas escritas para su hija Mercedes, y en sus diferentes comportamientos, como la famosa anécdota del polvorín, revelan a una persona cabal en todos sus aspectos, cuyo legado precisamente consiste en que el ideal sanmartiniano forme parte de los ideales republicanos e institucionales de la Argentina.
Cuando era gobernador intendente de Cuyo y preparaba el cruce de Los Andes, San Martín dio la orden de que nadie se acercase al polvorín, que no era otra cosa que el depósito de artillería, sin calzar botas con suela de caucho para evitar explosiones. Para probar el grado de profesionalismo que habían alcanzado los granaderos, una medianoche se le presentó al recluta en vigilia con botas de suela común. Ante el santo y seña correspondiente, y una vez que le guardia identificó a su jefe, le impidió que se acercara a la puerta del depósito interponiéndose a su paso y apuntándolo con su carabina. Este hecho fue exaltado por San Martín ante toda la tropa formada por considerar que un soldado debe obedecer las órdenes impartidas aún cuando su propio jefe las quisiera incumplir o quebrantar. Episodios de esa naturaleza colman la historia del Libertador. De allí que se hable de una ética sanmartiniana.
El Dr. Emilio Ocampo, quien aparentemente oficiará como liquidador del Banco Central de la República Argentina, en caso de acceder al poder, será el encargado de que los argentinos dejemos de tener moneda propia, conforme a su forma de pensar. A esto debemos sumarle que la diputada nacional diana Mondino se ha expresado a favor de la renuncia de los derechos soberanos de la Argentina sobre las Islas Malvinas, de manera tal que la preocupación constante del Libertador por la defensa a ultranza de la soberanía nacional también colisiona con este pensamiento libertario. De allí que resulte lógico que: liquidar nuestra moneda, renunciar a nuestros derechos sobre Malvinas y negar a San Martín como Padre de la patria y Libertador de tres países de sudamericano, no forme parte de un ideario claramente internacionalista; cuyo principal leiv motiv parece ser que el estado debe ser un suerte de micro organismo, casi invisible, y que el mercado acapare todas las soluciones ante los diferentes problemas argentinos, entre ellos la abolición de nuestros próceres, de la soberanía nacional y de la moneda. También es doloroso que se desmerezca la figura del Libertador para quienes tenemos el honor de haber nacido en Salta, dado que fue San Martín quien históricamente reivindicó a Martín Miguel de Güemes. Sin el apoyo incondicional de San Martín, Güemes jamás hubiese llegado a ser lo que fue. De manera que no deja de ser tampoco para el pueblo salteño una afrenta gratuita a nuestros valores nacionales más profundos. Joaquín Castellanos, en un poema justamente titulado San Martín, donde evoca la personalidad de nuestro héroe máximo, dice que: todo apóstol de una gran idea, es el mártir de su propia causa. Cuánto le cabe esta afirmación al Libertador.
Por Abel Cornejo
Fuente de la Información: Hola Salta