Primer Artículo del Dr. Jorge Montenegro
15/12/2011. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
Todos, en algún momento, ineludiblemente nos efectuamos profundos planteos tales como si Dios existe o no, cuál es el origen del universo, de dónde surgió la vida, qué es la muerte, si hay otra vida después, y en definitiva, cuál es el sentido de t
1.- Todos, en algún momento, ineludiblemente nos efectuamos profundos planteos tales como si Dios existe o no, cuál es el origen del universo, de dónde surgió la vida, qué es la muerte, si hay otra vida después, y en definitiva, cuál es el sentido de todas las cosas y, en particular, de las acciones humanas. Son cuestiones que no sólo nos formulamos sino que nos esforzamos, de uno u otro modo, por responder, a través del mito o mediante la FILOSOFÍA que, a diferencia de aquél, deja de lado las imágenes (las representaciones visuales y plásticas) y se queda con los conceptos puros para alcanzar un saber último y universal de la realidad (1).
Ahora bien, esos interrogantes no son únicamente teóricos sino que nos afectan profundamente. En efecto, el rumbo de nuestra vida y, específicamente, de la organización normativa de la comunidad humana serán muy diversos según se piense, por ejemplo, que estamos sometidos a un destino ciego y fatal, o que, por el contrario, somos los artífices de nuestra propia existencia, con aptitud para conocer las cosas en su esencia y obrar libremente (2).
2.- Puntualmente, como su formación académica en muchos casos ha estado íntimamente relacionada con el método racionalista y deductivista, un vasto sector de abogados tiende a considerar que la única realidad que puede ser aprehendida y comprendida es la norma. De allí la importancia casi exclusiva y excluyente que los planes de estudio de la carrera de derecho de diversas universidades suele asignar a las materias codificadas, en el entendimiento de que sólo en su ámbito se puede conocer científicamente" el método de elaboración, interpretación o aplicación del Derecho. Todo lo demás no constituye ciencia o, en el mejor de los casos, no es ciencia en el sentido puro del término. Por esta razón, vemos que generalmente el letrado Crea el Derecho, lo aplica, lo enseña o lo investiga sin antes haberse detenido a meditar sobre el Hombre, su origen y su destino. O bien, lo hace convencido de que su quehacer de jurista nada tiene que ver con esta cosmovisión" (3).
3.- Olvidamos, de ese modo, que el fin del Derecho es posibilitar la plenitud personal y promover, a tal efecto, la satisfacción de aquellas exigencias de la naturaleza humana que sólo puede obtenerse mediante la vida de relación (4). Así, aconsejaba Cicerón que la naturaleza del derecho hay que buscarla en la naturaleza misma del hombre" (5), por lo cual, es insuficiente agotar el análisis del derecho en la exégesis de la norma. Entonces, la definición del derecho es tarea de la filosofía porque el orden jurídico no se origina en el ámbito de la libertad personal, del pensamiento o voluntad del legislador o de la sociedad, sino que se funda y emerge del orden antropológico – metafí-sico (6).
En esa dirección, nada mejor para concluir con la enseñanza de Vi-go en el sentido de que "La reconstrucción de un mundo social más humano, exige de la filosofía del derecho, producir ese indispensable encuentro del derecho con el ser, dado que sin éste no hay verdad, ni bien, ni justicia" (7).
(1) Fernández Sabaté, Lecciones de Filosofía", Editorial Guadalupe, Bs. As., 1974, ps. 53/55.
(2) Tomás Alvira, Luis Clavell y Tomás Melendo, Metafísica", Eunsa, Pamplona – España, 1993, p. 15.
(3) Prólogo de Jorge Mosset Iturraspe a la obra de Carlos Ignacio Massini La Desintegración del Pensar Jurídico en la Edad Moderna", Abeledo – Perrot, Bs. As., 1980, ps. 9/12.
(4) Casares, La Justicia y el Derecho", Abeledo – Perrot, Bs. As., 1974, ps. 115/117.
(5) Cicerón, Tratado de las Leyes", Lib. 1.
(6)Kalinowski, Reflexiones sobre el Fundamento Metafísico del Derecho", Archivos de Filosofía del Derecho, T. 26, Sirey, 1981, p. 331.
(7)Vigo, Las Causas del Derecho", Abeledo – Perrot, Bs. As., 1984, ps. 39/40 y 50.
Fuente de la Información: Dr. Jorge Montenegro