Victoria gaucha sobre la traición
01/04/2021. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
Si ya tenía planeado su futuro, es un secreto que se llevaría a la tumba. Si acaso su estrategia tenía fijado un día determinado para comenzar a desplegarse, es probable que la respuesta sea afirmativa.
Como en todos los episodios históricos: una serie de sucesos concatenados posibilitan o generan los cambios de época, los principios y finales de ciclo y el surgimiento o el ocaso de los grandes conductores. La Batalla de Puesto Grande, o Batalla del Puesto del Marqués, es un hito en la ciclónica existencia de Martín Miguel de Güemes. Es el momento decisivo, cuando cometerá la histórica desobediencia y donde consolidará definitivamente su liderazgo político y militar. Un detonante fue la división de la vieja gobernación intendencia de Salta del Tucumán, el 8 de octubre de 1814. Nunca se entendió claramente el porqué de esa decisión del director supremo Gervasio Antonio Posadas, tío del influyente e intrigante Carlos María de Alvear, impulsor de lograr un entendimiento con España. El nuevo territorio de la gobernación de Salta, quedó reducido a Salta, Jujuy, Orán, Tarija y hasta 1825 la ciudad de Santa María de Catamarca. Esa decisión trajo aparejados otros inconvenientes internos, como fue la rebeldía jujeña, que comenzó a manifestarse desde 1815 hasta su escisión definitiva en 1834, luego de la Batalla de Castañares. También deparó la formación de una elite que al poco tiempo se opondría tenazmente a Güemes. Era la Patria Nueva, un grupo ilustrado que terminó aborreciendo al héroe gaucho, al punto que fueron los artífices de su muerte, previo a realizar dos conatos revolucionarios y a encargar a un lugarteniente que lo acuchillara.
Güemes, que era un gran intuitivo, se percató que la llamada Sorpresa del Tejar, ocurrida el 19 de febrero de 1815, en realidad había sido una puesta en escena para que Martín Rodríguez, más tarde gobernador de Buenos Aires, se hiciese capturar y entablara conversaciones con los españoles. Ya había tenido un altercado con Rodríguez por el trato que éste les dispensaba a sus gauchos. Pero lo determinante en el ánimo del caudillo fue enterarse que existían negociaciones secretas de aquel y Rondeau con Pedro Antonio Olañeta, jefe de la vanguardia española. Anoticiarse de este suceso produjo la abominación de Güemes pues implicaba abjurar a la causa de la Independencia. Estos episodios, aún en el presente, son soslayados por la historiografía oficial. Esa defección indignó al caudillo salteño, por lo que unos meses más tarde, en abril de 1815, recién a último momento le avisó Rondeau, el jefe del Ejército Auxiliar del Perú, y al general Francisco Fernández de la Cruz y enfrentó con sus gauchos a los españoles súbitamente en Puesto Grande, que era una propiedad del Marqués de Yavi, Juan José Fernández Campero y los batió por completo. El Puesto contaba con una residencia principal rodeada de un caserío, en medio de un campo yermo, árido y frío, propio de ciertos parajes de la Puna, donde los cielos se vuelven diáfanos en un azul profundo y todo parece quedar detenido en las alturas, Desde el Puesto Grande, el 16 de abril, el coronel español Antonio Vigil le había mandado un parlamentario a Rondeau, suponiendo que estaba en Humahuaca, pero el jefe del Ejército auxiliar ya había partido y en el paraje Negra Muerta decidió virar a la izquierda hacia el denominado camino del Despoblado. Vigil creía que se habían suspendido las hostilidades entre ambos bandos porque confiaba en la promesa de Martín Rodríguez. Entonces fue cuando Güemes increpó directamente a Rondeau y le advirtió que traicionaría el plan sanmartiniano si no torcía el rumbo y encabezaba la Tercera Expedición al Alto Perú. A raíz de ello, cuando llegó a la hacienda del Tejar, donde se había producido la "Sorpresa" decidió que Fernández de la Cruz retomara la vanguardia, sin darle orden de combate. Lo secundaban el salteño Rudecindo Alvarado, más tarde gobernador de Salta, y los escuadrones gauchos, que sólo le obedecían a Güemes. Esperaron la quietud de la noche, rodearon el lugar, y acometió con fiereza Luis Burela. Mientras el chicoanense atacaba y lo seguía Güemes con otra carga feroz, una extraña voz se escuchó ordenando la retirada de las fuerzas del Ejército Auxiliar, es decir que en el combate quedaron solamente las huestes gauchas, que causaron pavor en las filas españolas con el ulular de sus gritos y el tronar de los guardamontes. Se peleó a cuchillo y lanza, porque Güemes sospechaba que los disparos podían sonar como advertencia. Máxime cuando entre las propias filas del Ejército Auxiliar del Perú reinaba la desconfianza, no tan solo en Güemes.
La intervención de Güemes con la carga final ocasionó un desbande generalizado, a tal punto que el propio coronel Vigil, jefe de la partida española, pudo escapar milagrosamente. El caudillo salteño, siempre caviló que Vigil fue convenientemente salvado, porque podía revelar el acuerdo espurio entre Olañeta con Martín Rodríguez y Rondeau. Es decir detener las hostilidades y entrar directamente en negociaciones con España. Es probable que su inconmovible lealtad a San Martín haya primado en todos estos oscuros sucesos, como también su firme convicción republicana de sostener a rajatabla los principios de la Revolución de Mayo.
Curiosamente, el triunfo en el combate de Puesto Grande aún hoy sigue sin serle reconocido a Güemes. Fue su único vencedor. En reciente bibliografía se advierte que a la victoria se la adjudican al general Fernández de la Cruz, quien en realidad habría impartido la orden de retirada cuando empezaban las acciones. Sin embargo, los hechos posteriores corroboran que el héroe gaucho fue el vencedor, que en los días que siguieron tomó una decisión que aparejaría graves consecuencias y consolidaría su prestigio y su liderazgo. Güemes en una histórica desobediencia, decidió separarse del Ejército Auxiliar del Perú, volver hacia Jujuy, tomar la plaza de armas con municiones y pertrechos y volver a Salta. Esta decisión generó un enfrentamiento con Rondeau, que culminaría con la firma del Pacto de los Cerrillos el 22 de marzo de 1816. Pero esa es otra historia.
Por Abel Conejo
Fuente de la Información: El Tribuno