¿Desregular es subcontratar?
02/08/2024. Noticias de Interés > Noticias de Salta
La falta de un programa de gobierno que exponga detalladamente qué es lo que realmente quiere hacerse con los destinos de la Argentina, ha empezado a generar incertidumbre, no solamente en el mercado interno, sino también en organismos internacionales,
Está claro que, con múltiples variaciones, marchas y contramarchas, el objetivo que se quiere seguir para bajar la inflación - ya no se habla más, como es lógico de déficit 0 - es la de un achicamiento integral del Estado, sin medir mayores consecuencias. Es decir, la idea que prima es la de reducir. La forma de hacerlo y los fines consecuentes, no se tienen en cuenta.
En medio de ese marasmo, mientras en diciembre había gente que festejaba con cánticos y algarabía, remeras estampadas incluidas el famoso: NO HAY PLATA, se nos dijo una vez más, como en algunas desafortunadas ocasiones del pasado, que el mercado todo lo regularía. Sin embargo, la mayoría de las decisiones que tomó el gobierno desde entonces hasta ahora, nada tienen de libertarianismo, por ser inaplicables a una situación como la que vive la Argentina, sino de un total dirigismo con tintes de especulación financiera a gran escala.
El Banco Central dejó de ser un objetivo a destruir para erigirse en una suerte de eslabón indispensable para todo tipo de experimentos, transferencia de deuda al Tesoro Nacional incluido, que dejaría perplejo a cualquier economista liberal que se precie de tal. Dicho sea de paso, en los últimos dos meses, no sólo se dejaron de comprar reservas, sino que volvió a alejarse la brecha cambiaria entre dólar oficial y paralelo, a lo que se suma el desastroso resultado que implicó la baja de la tasa de interés, hecha prácticamente con saña con respecto a los ahorros de la clase media.
Desde esa medida hasta la fecha, el dólar paralelo no dejó de subir, aún con la última medida contractiva decidida a parar esa sangría, sin tener en cuenta el costo que la falta de pesos apareja tanto para la industria como para el comercio. Algún día el presidente del Banco Central deberá explicar porqué bajó las tasas al 30% interanual, cuando todas las voces autorizadas de la economía le recomendaron que no lo hiciera.
Diferentes profesionales de la salud dan cuenta, por ejemplo, que la supuesta regulación mercantil, en nada impactó con la suba de medicamentos que, en algunos casos, tomados los precios de diciembre, alcanzaron un 1073% de aumento. Por eso es que muchas veces no se entiende cuando mes a mes se festeja la supuesta baja de la inflación. Parecería que la referencia apunta a la inflación en pesos, porque su correlato en dólares no ha parado de subir y han hecho de la Argentina uno de los países más caros de la región.
Curiosamente, el peso, nuestra moneda tan denostada y castigada, pasó de ser calificada como “excremento” por el Presidente de la Nación a una moneda fuerte por el propio Ministro de Economía, luego de que se decidiera secar la plaza, con lo cual, ante la falta de pesos, la profundización de la recesión alcanzará niveles imponentes. Como se ve solamente hay medidas financieras, ninguna de reactivación de la economía, como sería bajar las retenciones del sector agropecuario, por ejemplo.
A esto debemos añadirles que el fin de la obra pública, como anunciada y aplaudida medida, parecería que tampoco podrá ser cumplido, por la sencilla razón de que la ya desgastada infraestructura del Estado ha comenzado a crujir, por lo que ahora se analiza que muchas construcciones de jurisdicción nacional pasen a las provincias. Una vez más, la premisa de achicar el Estado, no repara consecuencias. El objetivo es volverlo escuálido para que no gaste ¿Esto es así? O las funciones propias que venía cumpliendo el Estado pasarán a la órbita particular sin control alguno, con el consecuente enriquecimiento que ello implica ante el empobrecimiento generalizado. Para eso se creó el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, que traducido al criollo es una gigantesca máquina de picar carne, cuyo fin es cumplir el sueño del topo, es decir que desde adentro se desgarren los vestigios que quedan del Estado en el mayor nivel posible. Claro está que de ese camino y de esa decisión, es imposible retornar después.
La década de los 90 es una muestra acabada acerca de que, a los argentinos, definitivamente nos cuesta aprender las lecciones del pasado. La desocupación, el desguace del Estado y el encarecimiento generalizado de insumos que aniquiló a la producción nacional, forman parte de los malos recuerdos que deberían enseñarnos a no repetirlos nuevamente.
Fuente de la Información: Aries