El general Ríos Ereñú rompió el silencio
13/06/2012. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Aseguró que no tuvo ninguna participación en la lucha subversiva en el norte de la Provincia
El militar de más alta graduación, que está siendo juzgado en la mega- causa de la UNSa, fustigó la investigación judicial.
El exjefe del Ejército Héctor Ríos Ereñú decidió ayer romper su silencio al iniciarse el debate en la megacausa de la UNSa, que lo tiene como uno de los 19 imputados por delitos de lesa humanidad cuando estuvo al frente del Regimiento de Infantería de Monte 28, Tartagal, entre 1975 y 1977. A través del servicio de videoconferencia, desde el Consejo de la Magistratura, en Buenos Aires, el imputado aseguró que nada tuvo que ver con el secuestro y asesinato del médico Pedro Urueña, ocurrido en diciembre de 1975 a pocos días de haberse hecho cargo de la unidad militar norteña. Dijo que la Justicia Federal de Salta incurrió en gravísimos errores para procesarlo, con el argumento de que él no encabezaba la subárea operativa 322-1 diseñada por la Fuerzas Armadas para combatir la subversión; que no estaba al mando del coronel Carlos A. Mulhall y que el día de los hechos no se encontraba en Tartagal. Explicó que el Regimiento 28 dependía de la V Brigada con asiento en Tucumán, cuyo jefe era su amigo, el general Antonio D. Bussi. Urueña, un reconocido cardiólogo de la zona, fue secuestrado por un grupo comando y su cadáver apareció dinamitado a unos 20 kilómetros de Tartagal.
Ríos Ereñú aseguró que nunca tomó conocimiento de ese suceso que tuvo amplia repercusión en los medios de comunicación en la comunidad. “Recién me enteré de este hecho en el 2010, cuando me citaron a declarar”, subrayó. Dijo que tampoco se enteró de la eliminación del gremialista Jorge R. Santillán y la dirigente del PJ Menena Montilla, también durante su gestión al frente del Regimiento. A pesar de que estos crímenes ocurrieron en el marco del terrorismo de Estado, Ríos Ereñú sostuvo que nunca recibió órdenes de sus superiores de combatir la subversión en el norte salteño. “No eran necesarias tareas de inteligencia porque era zona tranquila”, respondió ante una pregunta del fiscal Ricardo Toranzos. En la Sala de Grandes Juicios de la Ciudad Judicial quedó la sensación de que Ríos Ereñú nunca pudo haber sido ni siquiera informado del asesinato de Urueña. Nicolasa Tristán declaró que, tras el secuestro de su esposo, concurrió al Regimiento con su suegra y que allí fueron atendidas por el teniente Luis Bruno (f), uno de los asistentes del jefe de la unidad.
Fuente: El Tribuno