El Infierno, un nombre poco aconsejable para una cárcel
19/04/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Argentina
En el penal que se construye en Santa Fe, los detenidos deberán vivir conforme a la Constitución y no siguiendo el modelo de Bukele.
Recientemente, el Gobierno de la Provincia de Santa Fe anunció que, en los primeros días de este mes de abril, se iniciaron las obras de construcción de lo que será un penal para narcos y sicarios -a los que denomina "Presos de Alto Perfil"- El lugar elegido es la localidad de Piñero, distante a solo 14 km al sudoeste de Rosario
En Piñero ya hay un penal en funcionamiento. El nuevo se erigiría a su lado y el proyecto demandó la expropiación de unas ochenta hectáreas aledañas. Se ha informado que la nueva unidad tendrá capacidad para alojar mil ciento cincuenta y dos (1152) reclusos, elegidos entre los más peligrosos de la Provincia. Se ha informado que la obra costará $ 109.000.000.000 y que requerirá un año para su ejecución. El nombre completo de la nueva unidad será "Centro de Reclusión para internos de Alto Perfil (CERIAP) -El Infierno".
Fuentes de la Gobernación dijeron que "El Infierno" estará compuesto de cuatro "mini penales" y un edificio de gobierno general para ingreso. Tendrá tres tipos de escáneres; un muro perimetral de 1.800 m de largo, con circulación vehicular por abajo y peatonal por arriba. Habrá un torreón de vigilancia cada 70 m. Además, tendrá una torre más que estará al fondo y permitirá tener una vista de 360° del lugar.
El anuncio tuvo más precisiones. Se dijo que cada mini penal tendrá seis pabellones en dos pisos, con dos alas. En cada ala habrá doce celdas individuales que se construirán en dos plantas; habrá 288 celdas en cada mini penal, hasta llegar a la cantidad final de 1152 internos.
Cada Mini penal tendrá patio propio. Las visitas y los abogados podrán entrevistarse con los internos en boxes individuales separados por un blinde. No habrá contacto físico entre ellos. El complejo tendrá un servicio de salud intramuros. Contará con sala de conferencias.
En cuanto a la custodia, será provista de armamento específico. La nueva unidad tendrá instaladas cámaras de vigilancia. Habrá sistemas internos de apoyo para investigar toda situación que se plantee y un sistema inhibidor de señal de telefonía celular.
Los voceros del Gobierno dijeron que la finalidad de la nueva unidad es que las personas alojadas en ella no vuelvan a causar daños a la sociedad. Para lograr ese objetivo, entre otras ideas, se hará una categorización de los internos en grupos de doce.
En cuanto al nombre "El Infierno", se explicó que fue elegido pensando en un lugar que hará que los internos no aterroricen a la población santafesina. Se decidió que los pabellones sean pequeños para que los internos no puedan interactuar fácilmente entre ellos.
El acceso a los internos será restringido al extremo. Habrá barreras físicas y escáneres completos de toda persona que ingrese al penal. Se prohibirá el uso de teléfonos celulares. Se insiste en que la prioridad es la protección de la sociedad y evitar la reincidencia de los internos. Habrá más rigurosidad: en "El Infierno" los internos tendrán esposas en las muñecas y los tobillos encadenados.
De todas maneras, habrá políticas de reintegración para los internos que sí tengan potencial para hacerlo. Estos serán separados del resto, ya que en general se niegan a cualquier proceso de readaptación social. La política general para el penal será dispersar a los internos y dificultarles sus reuniones.
Se cree que la nueva cárcel será disuasiva de la impunidad. Los jefes narcos ya no podrán dirigir a sus hombres desde el interior de ella. La secretaria de Asuntos Penales de Santa Fe dijo que el Gobierno tendrá las llaves del "Infierno". Por su parte el ministro de Seguridad del Gobierno provincial sostuvo que ya se demostró que algunos reclusos no quieren resocializarse; por eso son capaces de cometer nuevos delitos desde la misma cárcel.
Además de la nueva cárcel, el Gobierno creará una Cámara de Apelaciones especializada en materia penitenciaria, con la que se pretende evitar el activismo garantista de algunos jueces penales, porque unificará los criterios a seguir en la materia.
Finalmente, las mismas fuentes consultadas dijeron que, cuando la unidad comience a funcionar, se procurará obtener información de los internos y remitirla a los fiscales, a lo que se considera Inteligencia Penitenciaria. Como señal para el futuro, se dijo que ya se desnudó a los internos "a lo Bukele", aunque sin dejar que se vean sus caras.
Hasta aquí, una extensa información obtenida de fuentes oficiales sobre la nueva cárcel, cerca de la actual de Piñero. Veamos qué opinión nos merece.
Es bueno que, haciendo todo lo contrario a lo que -por ejemplo- no hicieron todos los gobiernos de la C.A.B.A., desde su expreso reconocimiento constitucional en 1.994, Santa Fe haya decidido ampliar sus cárceles con una nueva. La C.A.B.A. sigue esperando que alguien, el Estado Nacional, por ejemplo, le construya las cárceles que impidan o al menos hagan más difícil que los centenares de detenidos que tiene en las comisarías de la Policía de la Ciudad, se fuguen por la puerta de entrada, por la del estacionamiento o por los techos. Pareciera que esos gobiernos tienen otras prioridades, como bien puede ser invertir en potenciar la marca turística Buenos Aires, construyendo peatonales, generando nuevas atracciones, etc., antes que invertir en cárceles.
Lo que hizo mal el Gobierno de Santa Fe es elegir precisamente el nombre "El Infierno" para la nueva cárcel. Primero porque si se pensó en dar un mensaje a los presos de alto perfil, justamente a ellos no los intimidan ese nombre ni cualquier otro. Entienden cuáles son las reglas cuando ganan y cuando les toca perder.
Además, el nombre es sobreabundante. Todos sabemos que las cárceles, en su inmensa mayoría, no son sanas ni limpias. Por eso si algo debiera intentarse al menos es construir nuevas que sean inauguradas sanas y limpias y que se mantengan así cuando pase el tiempo. Quienes tuvimos la oportunidad de ver obras de esta clase en ejecución, luego ya terminadas e inauguradas, al poco tiempo volvimos y ya se notaba lo que significan esas paredes y esas celdas para los internos. Aparecen los rayones, las pintadas, las marcas del calzado sucio, cuando no una celda incendiada y clausurada, porque el interno que estaba alojado inició el fuego ahí mismo para quitarse la vida.
"El Infierno" bien podrían ser algunas comisarías de otras provincias, en las cuales hace mucho tiempo que, por no poder construir nuevos establecimientos penales -no por no querer-, los nuevos detenidos de cada día son alojados en ellas. Debe ser un infierno estar agrupados uno al lado de otro, sin camas, ni catres, colchones o mantas para dormir; debe ser un infierno turnarse para dormir; debe ser un infierno estar alojado en un lugar de poca superficie, en el que no hay baño, ni ducha, o algo parecido a la humanidad.
Ni qué decir de la bravata de la desnudez a lo "Bukele". Debiera recordarse que el nombrado logró su reelección a pesar que la Constitución de El Salvador lo prohibía. Que parece disfrutar de su amarga victoria de final abierto contra la delincuencia organizada del país, obtenida al altísimo precio de los derechos y garantías que tienen las personas alojadas en sus cárceles, y al creciente número de muertes dudosas de internos vestidos de blanco, en forma total o parcial.
Ni él se debe haber imaginado que tanto esfuerzo por ahora le alcanzó para vender su producto carcelario al gran país del Norte, que ya le está enviando más detenidos, por los que pagará una suma anual, en dólares.
La cárcel es una institución que, como dijo Norval Morris, quien fuera profesor en la Universidad de Chicago, en su obra "El Futuro de las Prisiones", tiene sus antecedentes en los hospicios, los reformatorios y los buques de convictos. En su notable "Vigilar y castigar", Michel Foucault dijo que el primer modelo carcelario, destinado en principio a mendigos y malhechores jóvenes, funcionó en el Rasphuis de Amsterdam, que fue abierto en 1596. La primera de los Estados Unidos, según Morris, fue creada por los Peregrinos en Massachusetts, a fines del siglo XVI, y dos siglos después se perfiló mejor en Pensilvania.
Por ello es que, trescientos años después, infunde variados sentimientos negativos para quien no la conoce. Si de él dependiera, no quisiera conocerla. Diría, es lo peor que me podría pasar. Eso es muy anterior al nombre que hoy nos ocupa.
Fuente de la Información: El Tribuno