En la causa Ragone policías señalan a comisarios por la falta de investigación
03/03/2015. Noticias sobre Justicia > Noticias de Argentina
Policías retirados apuntaron a los comisarios Santiago Pedroza, Antonio Saravia, Abel Guaymás y Néstor Liendro por las irregularidades en el sumario.
Policías retirados apuntaron a los comisarios Santiago Pedroza, Antonio Saravia, Abel Guaymás y Néstor Liendro por las irregularidades en el sumario realizado tras el secuestro del ex gobernador Miguel Ragone, el 11 de marzo de 1976. Los tres últimos están siendo juzgados en este proceso.
El oficial sumariante Silvio Mariscal aseguró que sus jefes en la Comisaría Primera, Pedroza y Liendro, le dictaron el contenido del acta inicial en la que se hizo constar que el secuestro había sido “un acto extremista”. El interrogatorio permitió vislumbrar que el mismo Mariscal fue parte del engranaje de encubrimiento montado para asegurar la impunidad de los ejecutores de Ragone, y de los testigos de este hecho, el comerciante Santiago Arredes, asesinado, y la empleada Margarita Martínez de Leal, a la que también se intentó matar. Y quedó claro que no se investigó el secuestro y tampoco se tomaron previsiones para evitar que huyeran los atacantes.
Seis policías declararon ayer como testigos en la continuidad del juicio por delitos de lesa humanidad, que comenzó a tratar el secuestro de Ragone. Todos habían declarado en el primer juicio (que en 2011 terminó con las condenas a prisión perpetua de los jefes Carlos Alberto Mulhall, Miguel Raúl Gentil y Joaquín Guil y penas menores para los ex policías Herrera), pero ahora aportaron más datos.
Sumariante
Mariscal contó que poco después del hecho fue enviado por Liendro para que actuara como sumariante y que sólo tuvo el expediente “dos días y de ahí ya me lo pidieron los jefes”.
En el acta inicial se consigna que ese mismo 11 de marzo se elevaron las actuaciones a la Dirección de Seguridad (que estaba a cargo de Guil) y a la Dirección de Contralor General o Informaciones, a cargo de Saravia. Mariscal dijo que a partir de ahí ya no realizó ninguna otra gestión en el sumario, sin embargo, el 15 de marzo, solicitó la historia clínica de Santiago Arredes al médico legal de la Policía. El comerciante era hermano del comisario Roberto Arredes, también sospechado dado que pidió que le entregaran el cuerpo de su hermano sin practicarle la autopsia de rigor.
Puesto en evidencia, Mariscal dijo no recordar este trámite, pero que tuvo que haber sido ordenado “por mi jefe”. Sobre Guaymás, que era inspector de Zona y como tal jefe de Pedroza y Liendro, contó que su oficina estaba en la misma Comisaría y que “Pedroza le comunicaba a Guaymás” las averiguaciones que hacían.
Un llavero de Ragone
Otros tres testigos se refirieron al hallazgo del automóvil Peugeot de Ragone en el acceso a Cerrillos, a eso de las 11 del 11 de marzo. El agente Alberto Carabajal reiteró que cuando estaba de consigna en el Matadero Municipal vio pasar tres vehículos hacia el sur.
Se detuvieron a unos 200 metros y pudo ver a unas cinco personas “vestidas de civil”. Siguieron viaje en dos vehículos. Unos 15 minutos después, se acercó al auto abandonado (el Peugeot) y vio que la llave estaba puesta: tenía un llavero que decía “Doctor Ragone”, también vio unas gotas de sangre en el piso de adelante del auto y fue con esa novedad a la Comisaría, adonde llegó unos 15 o 20 minutos después. Al rato recibieron el aviso oficial del secuestro del ex gobernador.
Bernabé Cruz, el oficial de servicio en Cerrillos que dirigió el operativo en el Peugeot, confirmó que el radiograma llegó entre las 13 y las 14, y que recién unos dos o tres días después se hicieron operativos de control de tránsito.
El técnico papiloscópico Julio Acosta, que fuera convocado a revisar el auto de Ragone, abrumó con palabras insustanciales, tanto que el presidente del Tribunal, Marcelo Juárez Almaraz, lo reconvino para que se limitara a responder las preguntas. Casi al final, ante el fiscal Francisco Snopek, reconoció que cree no haber sacado huellas del auto. Antes había dicho que las huellas no eran útiles porque el volante, el tablero, la palanca de cambio, el ventilete, todo, tenía tierra y deslizó la posibilidad de que los secuestradores habían hecho esto adrede. Sin embargo, Carabajal lo desmintió, al asegurar que el auto no tenía tierra.
Fuente: Nuevo Diario