La carbonería de Quitilipi, donde nació Carbón Blanco
10/06/2015. Noticias sobre Justicia > Noticias de Argentina
Hoy en Chaco comenzarán a juzgar a cinco acusados de ser parte de uno de los mayores contrabandos de cocaína desde la Argentina a Europa.
QUITILIPI, Chaco.- Una yarará muerta descansa en la entrada sobre el piso tiznado. Un revoltijo de bolsas y máquinas herrumbradas están desparramadas entre los rezagos de carbón, que se amontonan en los tres galpones enormes de la planta abandonada Carbón Vegetal del Litoral SRL, que está enclavada sobre la ruta 16, a 300 metros del arco que da la bienvenida a Quitilipi, una ciudad de 40.000 habitantes con alma de pueblo que está separada 130 kilómetros de Resistencia.
Desde esa empresa, que hoy parece un despojo y empieza ser devorada por los yuyos, se hizo uno de los contrabandos de cocaína a Europa más grandes de la historia argentina, de la mano de Carlos Salvatore y Patricio Gorosito, dos de los cinco procesados que a partir de hoy van a enfrentar un juicio oral en Resistencia en la causa que se conoce como Carbón Blanco, que muestra también, en un expediente paralelo por lavado de dinero impulsado por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), el engranaje económico y el poder real del narcotráfico.
Los otros imputados que escucharán la lectura formal de la elevación a juicio son Rubén Esquivel, Carlos Pérez Parga y Héctor Roberto. El tribunal oral, integrado por los jueces Eduardo Belforte, Rubén Quiñones y Gladis Yunes, tiene previsto escuchar a 49 testigos y evaluar unos 400 documentos de prueba.
Modesto Ruiz Díaz, de 60 años, es el sereno de la planta abandonada y no sabe que hoy comienza el juicio contra quienes fueron sus patrones. Sobrevive en una pequeña oficina transformada en su hogar, donde duermen en un catre su mujer y su hija. Subsiste de las monedas que le dejan los camioneros que usan una balanza que nadie se pudo llevar. "Cuando cargaban el carbón nos decían que no podíamos entrar. Estaba prohibido", cuenta mientras enfoca su mirada hacia los tres enormes galpones donde hasta hace menos de tres años funcionó la "carbonería blanca", como la llaman en Quitilipi.
En una oficina que está al fondo persiste al abandono una montaña de bolsas de plástico blancas con facturas y tickets con el rótulo Carbón Vegetal del Litoral SRL. Es uno de los pocos vestigios de que allí funcionó esa empresa. "Venía gente de otros pueblos a cargar las bolsas, pero sólo se fletaban uno o dos camiones", recuerda, y agrega: "Lo raro era que habían puesto cámaras por todos lados", dice Modesto.
En el expediente 170/2012, que instruyeron la jueza Zunilda Niremperger y los fiscales Carlos Sansserri y Federico Carniel, con el apoyo de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), se investigaron tres casos de contrabando de cocaína a Portugal y España camuflados en cargamentos de carbón vegetal que tuvieron su génesis en esa planta que hoy aparece abandona.
El 8 de marzo de 2012, en Cabanas do Chao, en las afueras de Lisboa, fue secuestrado un cargamento de 380 kilos de droga. Las bolsas de carbón vegetal fueron cargadas en contenedores en esa planta chaqueña. La carga fue inspeccionada en la aduana de Barranqueras, Chaco, y salió del país rumbo a Europa por el puerto de Buenos Aires.
Las autoridades de España y Portugal avisaron a la Argentina. Como la empresa estaba en jurisdicción del juzgado federal de Presidencia Roque Sáenz Peña, la jueza Niremperger ordenó que se inspeccionara otro cargamento que estaba por ser embarcado en la terminal portuaria porteña. El perro Otis olfateó algo extraño y en 70 de las 1050 bolsas de carbón encontró 519 kilos de cocaína. En un tercer embarque, en Portugal fueron incautados 152 kilos de cocaína.
La firma Carbón Vegetal del Litoral SRL se conformó -según el expediente- en 2010 como "una pantalla" para exportar cocaína a Europa. Pero se presume que esta banda comenzó a operar mucho antes, por lo menos desde 2005. De otra manera no se explican la fortuna que acumuló Salvatore -un abogado porteño de 58 años que participará del juicio desde el penal de Ezeiza a través de videoconferencia-, uno de los cerebros del armado de un engranaje de más de 60 empresas e inversiones en distintos rubros para blanquear el dinero.
Gorosito, su socio que hacía de gerente, era un empresario futbolístico que se jactaba de ser amigo de Julio Grondona. Estaba encargado de regentear la planta de Quitilipi y de llevar dinero a Europa para cubrir la logística de la banda. Él repartía sus días entre Arroyo Seco, a 20 kilómetros de Rosario, donde en 2006 construyó el club Real Arroyo Seco, con un estadio con un hotel; Suncho Corral, en Santiago del Estero, de donde provenía el carbón, y Quitilipi.
En la localidad chaqueña ahora se transformó en una especie de mito viviente. Todos dicen haberse cruzado alguna vez con el hombre obeso y calvo que manejó las riendas de la banda. "Éste es un pueblo tranquilo, donde nunca pasó nada. Y ahora se empieza a ver cómo ha penetrado la droga en los jóvenes", advierte el cura Federico Torqui, de la parroquia San Antonio de Padua.
LA POSTURA DE LOS ACUSADOS
Carlos Salvatore y Patricio Gorosito, líderes de la banda que exportó la cocaína a Europa, participarán del juicio de diferentes maneras. Salvatore, que está internado en el área sanitaria del penal de Ezeiza, está previsto que declare hoy por videoconferencia. Gorosito viajó desde Arroyo Seco y estará hoy en la audiencia, aunque su abogado Silvio Piorno confió que evaluarán si declara. "Vamos a ver qué postura tiene el resto de los imputados", dijo el letrado.