Ovalle negó haber sido un agente de inteligencia
05/11/2013. Noticias sobre Justicia > Noticias de Argentina
El único civil imputado no pudo concluir su declaración. Los alegatos se iniciaron ayer y se continuarán el lunes 11.
Con la declaración del único civil imputado en el juicio por la megacausa de la UNSa y el alegato de uno de los querellante, comenzó la etapa regresiva de este largo proceso que se abrió en mayo del año pasado y que tiene en el banquillo a 17 acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia de Salta en la última etapa del Gobierno de Isabel Perón, y que se potenciaron a partir del 24 de marzo de 1976 con el golpe militar. La expectativa de la audiencia de ayer en la Ciudad Judicial estuvo centrada en Juan Manuel Ovalle, imputado por el secuestro y desaparición de la profesora Silvia Aramayo. ocurrido el 24 de septiembre de 1976. Las declaraciones de Ovalle se interrumpieron en tres oportunidades, la última por un ataque de tos cuando empezaba a ser interrogado por el fiscal Ricardo Toranzos y por prescripción médica no pudo continuar. El imputado hizo una extensa introducción en la que abordó temas familiares, políticos, laborales y su rol como estudiante de filosofía de la UNSa. Dijo que en esas circunstancia conoció a Aramayo, ya que ésta dictaba los cursos de apoyo al grupo de alumnos ingresantes del que él formaba parte. Contó que en varias oportunidades trasladó en su camioneta a la docente y a compañeros de estudios a quienes iba dejando en el trayecto hasta el barrio El Tribuno,donde tenía su domicilio. Ovalle aseguró que nunca ingresó a la vivienda de Aramayo y negó que haya mantenido una relación sentimental con ella. El acusado sostuvo que conocía a Brunilda Rojas, la madre de Silvia, porque ésta algunas veces estaba en la vereda cuando estacionaba el vehículo para que descendiera la docente. “Yo me bajaba y saludaba a la señora, pero nuca ingresé a la vivienda ni siquiera para tomar un café”, afirmó. Cabe recordar que la señora Rojas aseguró que Ovalle visitaba con frecuencia la casa y que la noche en la que un grupo armado con el rostro cubierto irrumpió en la morada y se llevó a Silvia, reconoció a Ovalle por la altura y la voz.
El imputado se esmeró en contrarrestar las acusaciones de testigos que lo sindicaron como un infiltrado en la Lista Verde, que lideraba el exgobernador Miguel Ragone, y como un agente encubierto en la UNSa a instancias de su medio hermano, el comisario Abel Vicente Murúa, quien era el jefe de Inteligencia de la Policía de la provincia. “El doctor Ragone me convocó para que organizara el acto de bienvenida de la visita del presidente Cámpora y por eso aparezco en varias fotos en el escenario”, expresó. Al mismo tiempo negó que se haya inscripto como alumno regular en la UNSa para hacer inteligencia a profesores y alumnos. “Yo fui a estudiar y como prueba de ello puedo demostrar que rendí dieciocho materias de la carrera de Filosofía”, señaló. Dijo que tras el secuestro y desaparición de Ragone se fue a vivir a Buenos Aires con el argumento de que temía por su vida. “Siendo hermano del jefe de inteligencia, ¿qué miedo podía tener?”, sentenció el querellante Gastón Casabella.
Pidieron perpetua para Guil y Alzugaray
El abogado Carlos Saravia sindicó al exdirector de Seguridad de la Policía de la Provincia Joaquín Guil como el principal responsable del arresto y asesinato del dirigente Frente Revolucionario Peronista (FRP), Eduardo Fronda, cuyo cadáver apareció con 35 impactos de bala y evidentes signos de torturas en el camino a Lesser, el 8 de enero de 1975. Lo hizo al iniciar ayer los alegatos en el juicio por la megacausa de la UNSa, en el que también responsabilizó como autor material del crimen a Juan Carlos Alzugaray, quien en esa época formaba parte de la cúpula de la Delegación Salta de la Policía Federal. Saravia sostuvo que el aparato represivo inició una persecución sistemática contra la dirigencia del FRP que estaba considerado como el grupo armado del peronismo, al que se le atribuyeron una serie de hechos, entre ellos la toma de la finca Ampascachi. El querellante afirmó que el responsable de esa tarea era Guil, quien mantenía aceitados contactos con el exjefe de la Federal Federico Livy (f) y Alzugaray. Refirió que las crónicas periodísticas de la época dieron cuenta de que Fronda estuvo detenido en la Central de Policía, de donde luego fue conducido al edificio de la Policía Federal donde fue visto por al menos dos testigos. “La cantidad de impactos y las huellas de los tormentos demuestran el grado de perversidad con que procedieron los asesinos”, dijo. El letrado refirió que cuando al dirigente lo arrestaron encontraron en su poder una foto de Guil con una cruz en la frente. “Quizás esto explique el ensañamiento contra un hombre que estaba maniatado y en total indefensión”, expresó el querellante.
Saravia señaló que el arresto de Fronda fue dispuesto por Guil con la intención de que confesara el paradero de Alfredo Matioli, el dirigente del FRP que estaba considerado como el cabecilla de una serie de atentados. “Las marcas de torturas son signos evidentes de que fue sometido al más inhumano de los interrogatorios y para ello se requería de dos expertos en la materia como Livy y Alzugaray. Saravia graficó sus dichos con la matanza de Rosario de Lerma, el 20 de abril de 1975, de la que resultaron víctimas Matioli, los hermanos Marcos y Liendro Estopiñan y Ricardo Tapia. Los cuatro estaban en una vivienda y luego de ser rodeados por medio centenar de policías fueron acribillados a balazos. El abogado culminó su alegato solicitando prisión perpetua para Guil como autor mediato y para Alzugaray como partícipe primario de los delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos en concurso real con homicidio calificado. Pidió que la condena sea de aplicación efectiva para ambos.
Fuente: El Tribuno